Pude fingir que la vida era eso
y de verdad que fui feliz por un momento.
Pero todo es tan efímero aquí abajo
que un sólo soplo de viento vale
para que el humo desaparezca.
No me cuentes verdades,
ya me las sé todas.
Sé que todos moriremos,
que nos convertiremos en polvo
que los gusanos se comerán nuestros
preciados cerebros.
Sé que algún día la tierra acabará
siendo engullida por el sol,
cuando la estrella principal de nuestras
vidas se muera llevándoselo todo por delante.
Porque las estrellas también mueren.
Igual que las mariposas,
y los árboles gigantes.
Así de crudo,
así de Bukowski.
Por eso
fingí que podía bajar las nubes del cielo,
y que podía bailar toda la noche
bajo esa lluvia torrencial,
que los pájaros cantarían esas canciones
y que el asfalto se llenaría de colores.
Por eso fingí
que aquello era bastante.
Encontré algo que querer y me mató el alma.
Pero joder,
en la puta vida me sentí más viva.
Que pena que nuestro tiempo
sea sólo un pestañeo.
Que antes de empezar
se acabe todo.
Que el viento se lleve los retales
que vamos dejando.
Y que al final,
no nos quede nada.
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