Wednesday, May 1, 2013

La miraba desde la puerta, con cara divertida. Ella estaba cantando mientras fregaba, con la música a todo volumen. Era genial verla empaparse de agua y jabón, mientras tarareaba y movía los pies, siempre al compás. Tenía el pelo atado en un moño y llevaba los pantalones de estar en casa. Ella diría: tía mira que pintas. Pero para ella, así, tal cual, era la más bonita de todas. Y se mordía la lengua, mientras la miraba embobada, para no decirle lo jodidamente irresistible que resultaba en ese momento. Terminó de fregar, se cambió los pantalones, se soltó el pelo, y cogió el bolso:
- Vamos, ya estoy. Una de compras, y ¿luego un café dónde siempre?
- Por mi bien, pero pasamos por la tienda de discos fijo ¿e?
- Perfecto. 
Cerró la puerta de casa, y empezaron a bajar las escaleras. Aminoro el paso para dejar que ella pasara delante. No pudo evitar sonreír juguetonamente mientras le miraba el culo. Dios, aquello empezaba a ser insufrible. ¿Qué coño iba a hacer? Tragó saliva, y siguió andando. El universo se había aliado en su contra o algo. Suspiró. Ella la miró sonriendo.
Otra vez el huracán.

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