Thursday, May 16, 2013

Me acostumbré hace tiempo.
Y aun así no me acostumbro.
Subía las escaleras mirando pa bajo,
mirando pa un lado.
Pero no estaba.
Su ausencia se palpaba
en cada escalón,
justo en ese rincón roto de mi corazón.
No me valían las tiritas.
Si pegas lo que se rompe,
no encaja igual, algo se ha perdido en la fractura.
Da igual cuantas veces,
intentara recomponer
ese músculo roto,
desde el momento en que se fue.
El trozo más importante,
seguiría perdido.
Perdido,
perdido para siempre.
Y los pegué como pude,
los pedazos,
y se ven todas las marcas,
y parece una chapuza,
porque en realidad lo es.

Cuantas noches ladré, después de ahogarme en alguna botella,
su nombre, para que ella lo entendiera.

Sigo ladrando en silencio,
esperando, que aunque el mundo ya no me oiga,
ella me escuche,
por muy lejos que esté,
y que sepa,
que no hay segundo,
donde no la quiera,
a matar,
a morir.


(No lo consigo nunca, cada vez que escribo pensando en ella, vuelve el nudo en la garganta, y veo borrosos los dedos encima del teclado... ya estoy llorando.)

1 comment:

  1. Hacía tiempo ya que quería escribirte algo sobre tu perrita, pero, joder, es tan difícil. Nada de lo que escriba ni diga nadie tapará jamás ese agujero. Tan sólo quería decirte que cada vez que escribes de ella no eres la única a la que se le forma un nudo en la garganta, Consigues transmitir tu dolor de forma tan intensa que rompes el corazón del que lo lee. Te pido disculpas si te ha molestado este comentario, sé que es un tema delicado para ti, pero necesitaba decirte que cuando alguien lee sobre ello, ya no estás sola en tu dolor. Tu lector está contigo, aunque sea en un espacio-tiempo diferente.

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