Me rindo como se rinde un niño al intentar coger un globo que ya ha salido volando y el cielo exige a su vera: inocentemente. Sabiendo que no habrá forma de tocarte, pero mirando como vuelas con brillo en los ojos, mientras pienso que en realidad estás más bonito intentando llegar al cielo, libre y sin fronteras, y que yo, pobre de mí, sólo apagaría tu belleza.
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