Monday, September 29, 2014

Voy a arrancarme el corazón,
a masticarlo lentamente
mientras la sal
llega hasta el suelo.
Quiero desangrarme
en tus orillas,
joder.

El sol pega fuerte
pero
no quiero que me de,
no quiero que me toque.
Siento que puede destruirme,
convertirme en ceniza,
desaparecerme.
Soy un vampiro
a la deriva,
mi alma necesita lluvia,
mi alma necesita oscuridad.

Bailo con la ciudad
pero aun así me falta algo,
una melodía diferente,
un atardecer de otro color,
un poema que no esté acabado.
Me pierdo en mi misma,
en este agujero negro,
en este vacío,
en esta nada.
Me engulle el laberinto
y de repente soy Alicia
a punto de despertar.

Me estoy dando cuenta.

Ellas me lo decían y
yo no las oía,
no las quería escuchar.
Como cuando nos hablan esas voces de fantasmas
que dan miedo,
nos escapamos
intencionadamente de la verdad:
porque sólo viene a hacernos daño.

Ahora,
medio ahogada
e intentando agarrarme a lo que sea,
naufrago lentamente
en un océano sin nombre.

Ojos que no ven,
corazón que no siente,
dicen.

¿Pero cuando tu corazón siente, qué?

Me pongo voluntariamente
una venda en los ojos,
decido dejar de ver,
dejar de observar.

Me doy media vuelta
y me entrego al silencio.
Al fin y al cabo
cuando el mundo calla
grita la verdad.

El mundo gritando
y yo tapándome los oídos.
Pero los latidos del corazón
me cuentan la certeza:

Ojos que no ven,
pero corazón que siente.









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