Y mis hijos,
no tendrán esos ojos,
ni esa forma de andar
ni de hacer el tonto.
Seguramente,
los tendré yo sola.
Sin nadie al lado
que me haga sonreír por las mañanas.
Sólo ellas y yo.
Y si no las tengo,
sólo mi colega peludo y yo.
Llámame infeliz de mierda,
pero ya no creo en nada.
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