Wednesday, April 3, 2013

No sé por qué, solía contar los días que pasaban. Como si cada 24 horas hubiera ganando un punto. Como si cada 24 horas hubiera batido un record. Como si cada 24 horas estuviera más cerca de la meta. Que ilusa.

El amor no tiene fechas. No tiene días. No tiene horas.

Contaba los días. ¿Por qué contaba los días? Porque creía que un día más sin verle, me hacía un día más fuerte. Porque creía que un día más, era sinónimo de "ya queda poco para olvidar". Porque creía que el tiempo curaba, que el tiempo borraba, que el tiempo se lo llevaba todo por delante. Que ilusa.

El amor no tiene horarios. No tiene relojes. No tiene calendarios.

Y cuando ya llevaba contados 90 días, volvía a aparecer por cualquier esquina. Y tenía que volver a poner el cronómetro a cero. El tiempo no había servido.Y cuando ya llevaba contados más de 100 días, volvía a cruzarme con él. Otra vez el cronómetro a cero. El tiempo no valía.

Y entonces, un día, volví a verle. Pero ya no tuve que poner el cronómetro a cero. Había dejado de contar los días.

Me di cuenta de que el amor ya se había ido. Se escondió en ese rincón, se quedó en ese lugar de la memoria, guardado para siempre. Me di cuenta, de que jamás iba a poder olvidar, porque amor y dolor, todo aquello que sentí, y sentía ya eran parte de mí, y serían parte de mí para siempre. Lo acepté, y ya no tuve que esperar. 

 Mi cronómetro seguía.





No comments:

Post a Comment