Era como volver a casa después de una tormenta. Volver al lugar en el que sabías que todo iba a estar calentito, y te podrías duchar y ponerte ropa seca, y donde el viento no entraba por las ventanas, y nunca hacía frío. Y daba igual que afuera estuviera lloviendo, o que pareciera que el mundo entero iba a desaparecer. Allí, en ese lugar, estabas a salvo de todo.
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