Supongo que si les contara que la "ella" de mis textos, tenía cuatro patas y era super peluda, se reirían. Y que se rían si quieren, a mí no me importa. Si algo he aprendido, es que no hay que justificar nunca ese sentimiento que hace que el corazón lata más fuerte, y te duela el pecho, tanto que parece que te va a estallar. Porque no está, y el dolor es más grande que el que cualquier ser humano pudiera infligirme. ¿Y qué van a decir a eso? Si no hay día que pase en el que no piense en ella. Si no hay segundo en el que no la eche de menos, a morir, a matar, joder. A matar.
Y no quiero decirles nada,
pero ella me salvó de una manera,
que creo que nadie con dos patas conseguiría jamás.
Ahora que se rían si quieren.
Yo me quedo con el dolor de mi pecho,
y esta certeza de no tenerla conmigo
que me hace sangrar.
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