A veces me pasa que no puedo llorar. Porque el nudo en el pecho es tan grande que no se suelta. Estoy con el agua al cuello, he tenido que ponerme de puntillas. Para no ahogarme en esas gotas de sal que escuecen cuando se acercan a la herida. Se aproximan a una velocidad que no me deja tiempo para maniobrar. Cojo aire. Voy a ahogarme en esta mierda, y ni siquiera sé cómo coño se ha convertido el charco en océano.
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