Las mañanas con cereales saben diferente. Pensaba que había dormido más. Apenas seis horas. No está mal. Sigue haciendo frío. Aunque haya cambiado la cama de sentido. Esas ventanas me están jodiendo. El invierno es lo que tiene, y por estos lares siempre fue más gris. No me gusta cuando no duermo bien. Cuando no recuerdo lo que sueño, o cuando tengo pesadillas, que eso es casi siempre. Lo mejor de las mañanas así, es la música sonando de fondo, mientras como cereales y me pongo a sonreír. Y si veo que el sueño puede conmigo, y que no sé por dónde cogerme, siempre tengo la opción de volverme a la cama. Eso siempre fue lo que más me gusto de los domingos a la mañana. Ese salto hacia el interior de las mantas, dónde el mundo prometía ser un lugar mejor.
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