https://soundcloud.com/make-bing-cooper/nadie-les-dijo-a-las-olas
Que nadie nunca les dijo a las olas hasta dónde podían llegar.
Llegaban hasta más allá de la orilla.
Y a veces, cuando el viento soplaba fuerte,
podían engullir toda la playa.
Ya ves, ellos creían que las tenían controladas.
Así es el amor, ¿sabes?
Una ola que no sabes hasta dónde va a llegar.
A veces apenas roza la orilla,
otras acaba con todo.
Y tú no puedes controlarla.
Y así fue esa vez, como todas las posteriores creo.
Recuerdo que me llevó por delante
como un jodido huracán
que levanta todos los tejados,
y lo deja todo en ruinas,
totalmente devastado.
Así me quedé,
totalmente devastada
por la intensidad
con la que entró
esa mirada en mi entrañas,
ese oyuelo en mi cabeza,
esa voz en mi corazón.
Ahora no sé lo que le diría,
de tenerle aquí delante.
Sólo sé que el mundo se detuvo,
y tuve un motivo para sonreír
a las 6 de la mañana,
para mirar al cielo
y pedir esos deseos
a esas estrellas fugaces
que caen a principios de agosto.
Y es que fue así,
fugaz,
como una ola que se levanta con fuerza
pero rompe enseguida porque
ha llegado a las rocas,
y contra ellas no tiene nada que hacer.
Un ola que me marcó para siempre
en ese punto exacto del alma
donde necesitaba urgentemente
une tirita o una gasa,
algo que me tapara
las cicatrices
que me había dejado la vida,
alguna de esas noches
de borrachera mala.
Tengo que decir,
que me curó del todo.
Que volví a creer
en el brillo de unos ojos,
en el tacto de una piel,
en el susurro de una voz
que suena a casa.
Tengo que decir,
que si no fuera por él,
esa canción no tendría tanta fuerza,
y mi mirada no sería tan abierta,
y no tendría tantas ganas de saltar para intentar
tocar el cielo.
Que si no fuera por él,
no habría tenido valor
para saltar otra vez
a ese mar al que te arrastra esa ola.
La ola que no tiene límite,
la ola que te lleva,
y te suelta donde menos te lo esperas,
con el pelo enredado,
y a punto de ahogarte,
y con ese sabor a sal,
que a veces
nos hace estremecernos.
Que si no fuera por él,
tendría más miedo del invierno.
Escucharlo ha sido brutal. Y tenías que publicar algo así hoy, hoy, el día en que he vuelto a hablar con ella después de veinte años sin verla, y seis sin sentir su voz. Su voz. Esa voz que fue la ola que se lo llevó todo por delante. Esa voz que hace que la brújula deje de dar vueltas y señale al Norte. Tú ya tienes estas cosas Mikele: creas algo porque tú lo necesitas y lo creas en el momento exacto. En fin, mejor que no me centre en mí, prefiero centrarme en ti: MA-RA-VI-LLO-SO. Pero me has hecho llorar y mucho.
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