La marea se llevó lo poco que me quedaba.
Entre las manos sólo arena.
Miro al horizonte,
y no veo una puta vela.
Nadie viene a buscarme
Quiero nadar
hacia no sé dónde.
Hacia alguna costa
que me prometa
langostinos a la plancha
y un zumo de cualquier fruta tropical.
No pido mucho, ya lo sabes.
Pero de algo tengo que alimentar
a este corazón
que se muere por un rayo de sol,
por una nota que suene diferente,
por un diente de león
que salga volando
más alto que los demás.
De algo tengo que alimentar
a mis ganas de comerme
esas ciudades,
de conocer nuevas miradas,
de hablar de cosas
que no tienen sentido
hasta altas horas de la madrugada.
Si no vienen a por mí,
yo iré a buscarlos.
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